El concepto de calidad en su acepción más general, expresa un conjunto de propiedades inherentes a algo, por las cuales es posible juzgar su valor. En el escenario de la Educación Superior, hablar de calidad supone que ocuparse de la formación de sujetos en diferentes áreas de conocimiento, conlleva un conjunto de características y exigencias que deben tener las Instituciones para garantizar que las funciones misionales que le son propias: Docencia, Investigación y Extensión, puedan contar con un pleno desarrollo, permitiendo que se obtenga una valoración positiva por parte de la sociedad. Estas exigencias, plantean como propósito general el crecimiento integral de los sujetos, en cuanto su proceso al interior de una Institución que le prepara para habitar y transformar su sociedad, al otorgarle habilidades, capacidades, actitudes para convivir en determinados contextos.
La calidad es fundamental en la Educación Superior y constituye la posibilidad de ser evaluados por la sociedad, respecto a los modos como se oferta la formación de sujetos y se contribuye a que esta sociedad se transforme. Desde esta perspectiva, dar cuenta de la calidad de la Institución exige que desde su contexto se adelanten procesos propios de evaluación, con los cuales se identifiquen fortalezas y debilidades, que deberán traducirse en oportunidades de mejoramiento y con ello, en la solidez de la gestión académica y administrativa que sustenta el quehacer institucional.
De otro modo, es por medio de la autoevaluación, entendida como ejercicio reflexivo que convoca a todos los miembros de la comunidad a aportar desde su labor, conocimiento y experiencia, que la Institución puede dar cuenta a la sociedad de su compromiso con la calidad, criterio que orienta su quehacer y sobre el cual se edifica la excelencia académica de sus procesos.